sábado, 29 de mayo de 2010

Salud Humana


La salud pública depende de suficientes alimentos, agua potable segura, viviendas seguras, buenas condiciones sociales y un entorno ambiental y social adaptado para controlar las enfermedades infecciosas. Todos estos factores pueden verse afectados por el clima.

Las olas de calor están vinculadas a las enfermedades cardiovasculares, respiratorias y de otro tipo.

Se puede prever que aumenten las enfermedades y muertes debidas a estas causas, especialmente las personas ancianas y los pobres de las ciudades. Aunque se proyecta que los problemas más graves para la salud se produzcan en las ciudades de latitudes medias y elevadas, los inviernos más suaves en los climas más templados probablemente reducirían las muertes relacionadas con el frío en algunos países. Una mayor frecuencia de una meteorología cálida o calurosa, las inversiones térmicas (un fenómeno meteorológico podría demorar la dispersión de los contaminantes) y los incendios en el medio silvestre también podrían agravar la calidad de la atmósfera en muchas ciudades.


En un mundo más cálido, los mosquitos, las garrapatas y los roedores podrían expandir sus zonas de distribución a latitudes y altitudes más elevadas. Los modelos de impacto del cambio climático indican que los principales cambios en las posibilidades de transmisión del paludismo han de producirse en los bordes (en lo que se refiere a la altitud y latitud) de las actuales zonas expuestas al riesgo del paludismo; en general las poblaciones de estas zonas fronterizas no habrán desarrollado la inmunidad a la enfermedad. La trasmisión estacional y la distribución de muchas otras enfermedades que se transmiten por los mosquitos (dengue, fiebre amarilla) y las garrapatas (enfermedad de Lyme, síndrome pulmonar hantavirus, encefalitis transmitida por las garrapatas) también podrían verse afectadas por el cambio climático. Además, los cambios inducidos por el clima en la formación y persistencia del polen, las esporas y algunos contaminantes podrían promover más enfermedades asmáticas, desordenes alérgicos y enfermedades cardiorrespiratorias.

Los mares más cálidos también podrían contribuir en la propagación de enfermedades. Los estudios realizados con la utilización de la teledetección han indicado una relación entre los casos de cólera y la temperatura de la superficie del mar en la Bahía de Bengala. Hay también pruebas de una asociación entre el fenómeno de El Niño (que calienta las aguas del Pacifico sudoccidental) y las epidemias de paludismo y denge. Una mayor producción de patógenos y biotoxinas acuáticas podría poner en peligro la seguridad de los mariscos. Las aguas más cálidas también aumentarían la aparición de floraciones de algas tóxicas.

Las poblaciones deberán adaptarse o intervenir para reducir al mínimo estos mayores riesgos a la salud.

Se dispone de muchas medidas eficaces. Lo más importante, urgente y económico en función de los costos es reconstruir la infraestructura que se ha deteriorado en los últimos años en algunos países. Muchas enfermedades y problemas de salud pública que pueden verse exacerbados por el cambio climático podrían prevenirse eficazmente con suficientes recursos financieros y humanos. Las estrategias de adaptación pueden incluir la vigilancia de las enfermedades infecciosas, los programas de saneamiento, la preparación para desastres, un mejor control del agua y la contaminación, una enseñanza pública dirigida al comportamiento personal, la capacitación de los investigadores y profesionales de la salud y la introducción de tecnologías de protección tales como mejoras en la vivienda, el aire acondicionado, la depuración del agua y la vacunación.

La evaluación de los posibles efectos del cambio climático en la salud presenta muchas incertidumbres.

Los investigadores deben considerar no solamente los futuros escenarios del cambio climático, sino también factores climáticos. Por ejemplo, las tendencias en las condiciones socioeconómicas pueden tener importantes efectos en la vulnerabilidad de la población. Resulta claro que las comunidades pobres serán más vulnerables a los efectos del cambio climático en la salud que las comunidades más ricas.

Cambio Climatico y Salud Humana


Como todos sabemos los seres humanos son los culpables del cambio climático que nos afecta cada día a nuestra salud humana. Es por eso que corremos riesgos ante este cambio global del clima pero hay que encontrar las respuestas para solucionar este hecho que nos molesta y aqueja a todos.






Hoy en día el mundo ha visto el cielo y se pregunta el porque esta tan caliente la tierra, esto se da por el cambio climático que afecta gravemente la salud humana, estos cambios obligan a la sociedad a mitigar este cambio para reducir el impacto que tiene esta sobre la tierra y los seres humanos.













El Cambio Climático constituye una nueva e impotante amenaza para la salud, y modifica la manera en que debemos considerar la protección de las poblaciones vulnerables. El Cambio Climático y la variabilidad del clima provocan muertes y enfermedades debidas a desastres naturales, como olas de calor, inundaciones y sequías. Además, muchas enfermedades importantes son muy sensibles a los cambios en las temperaturas y las precipitaciones. Entre ellas figuran enfermedades comunes transmitidas por vectores, como el paludismo y el dengue, y otras mortíferas, como la malnutrición y la diarrea. El cambio climático incide ya en la carga mundial de morbilidad, y su influencia será seguramente mayor en el futuro.












La salud pública depende de la existencia de suficientes alimentos, agua potable y segura, vivienda segura, buenas condiciones sociales y una estructura ambiental y social adecuada para controlar las enfermedades infecciosas. Las olas de calor se asocian a enfermedades cardiovasculares, respiratorias y otras. Es previsible que las enfermedades y muertes por estas causas aumenten, especialmente entre los más viejos y la población pobre de las ciudades. Si bien se pronostica un aumento mayor en el estrés de calor para las ciudades de las latitudes medias y altas, los inviernos más cálidos en los climas templados podrían probablemente reducir las muertes por temperaturas bajas en algunos países. Una frecuencia mayor del tiempo cálido o caluroso, las inversiones térmicas (un fenómeno meteorológico que puede demorar la dispersión de contaminantes) y los incendios pueden empeorar la calidad del aire en muchas ciudades.

Al reducir las reservas de agua dulce, el cambio climático puede afectar los recursos hídricos y sanitarios. Esto a su vez podría reducir la disponibilidad de agua potable para beber y en general para el uso doméstico. También podría empeorar la eficiencia de los sistemas de aguas residuales, provocando mayores concentraciones bacterianas y otros microorganismos en las reservas de agua sin tratar. La escasez de agua puede forzar a las personas a utilizar recursos de agua dulce de menor calidad, como los ríos, que a menudo están contaminados. Todos estos factores podrían resultar en un aumento de la incidencia de las diarreas.

Las temperaturas más altas pueden alterar la distribución geográfica de las especies que transmiten enfermedades. En un mundo más cálido, los mosquitos, las garrapatas y los roedores podrían expandir su presencia a latitudes y altitudes más altas. Los modelos de los impactos del cambio climático sugieren, que los mayores cambios en el potencial de transmisión de la malaria tendrán lugar en los bordes (en términos de latitud y altitud) de las áreas de riesgo de malaria de la actualidad; en general, la población de estas áreas fronterizas no habrá desarrollado la inmunidad a la enfermedad. La transmisión y distribución estacional de muchas otras enfermedades transmitidas por los mosquitos (dengue, fiebre amarilla) y las garrapatas (enfermedad de Lyme, síndrome pulmonar del hantavirus, encefalitis) pueden también ser afectadas por el cambio climático. Además, los cambios inducidos por el clima en la formación y persistencia de polen, esporas y ciertos contaminantes, podrían promover el asma, las alergias y las enfermedades cardio – respiratorias.

Los estudios que utilizan sensores remotos han mostrado una correlación entre los casos de cólera y la temperatura de la superficie del mar en la Bahía de Bengal. En tal sentido, hay evidencias de una asociación entre El Fenómeno del Niño (que calienta las aguas del sudoeste del Pacífico) y las epidemias de malaria y dengue.
El aumento de la producción de patógenos acuáticos y biotoxinas pueden poner en riesgo la seguridad de los alimentos que se producen en el mar. El calentamiento de las aguas puede fomentar la aparición de grandes masas de algas tóxicas.

Las personas tendrán que adaptarse o intervenir para minimizar estos aumentos en los riesgos de la salud. La más importante, urgente y rentable es reconstruir la infraestructura de salud de los países en los que ésta se ha deteriorado en los últimos años. Muchas enfermedades y problemas de la salud pública que pueden ser exacerbados por el cambio climático pueden prevenirse en forma efectiva con recursos financieros y humanos adecuados. Las estrategias de adaptación pueden incluir la vigilancia de las enfermedades infecciosas, programas sanitarios, preparación para enfrentar desastres, mejores controles sobre el agua y la contaminación, educación pública dirigida a las conductas personales, capacitación de investigadores y profesionales de la salud e introducción de tecnologías protectoras como mejoramiento de viviendas, aire acondicionado, purificación de agua y vacunación.